sábado, 12 de diciembre de 2015
Sales de un café y caminas por la calle. Andas. Te pierdes en los trazos que forman el suelo y el vaho que exhalas. Hace frío. Te detienes en la esquina, mirando las luces nítidas del cruce. Metes las manos en los bolsillos tratando de encontrar un poco de calor. No lo encuentras. Miras a la gente caminando por la calle, toda igual, toda con cara de prisa. Hace frío. En la próxima cuadra doblas la calle. Con suerte y te cabe en la cartera. Te acercas a la esquina pero te detienes a 23.7 pasos de distancia. 45% de la gente que conoces cree que calculas demasiado. Hay 67% de probabilidad de que sea cierto. No te importa. Miras tu zapato, ese que se niega a quedarse de brazos cruzados. Lo atas. Te levantas, viras hacia atrás, te cambias de mano el maletín y te ajustas la chaqueta. Sigues caminando. Giras a la derecha y miras el reloj. Sonríes. Te das cuenta que ya creciste.
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