Hay un momento en que el impulso de tus sueños te lleva tan arriba, alejado de todo prejuicio y limitación que alcanzas un instante de suspensión entre la cúspide de tus expectativas y la realidad de las cosas, donde puedes, aunque sea por unos segundos, ver lo que hay más allá del horizonte. Es cuando tienes que decidir en seguir o caer inevitablemente en picada. Usar tu experiencia y ganas de vivir como escudo contra los obstáculos que el mundo tenga para ti. Blandir esas ganas de grandeza, de comerte al mundo de un solo bocado contra quienes en su limitada percepción pretenden detenerte, escoger aquello que con el solo hecho de pensarlo hace que tu ser extrapole todo ínfimo gramo de felicidad que siempre ha estado en ti. El cambiar cualquier cosa por felicidad siempre ha sido el mejor negocio del mundo. El saber que con tan solo quererlo hoy tu vida puede ser tan diferente como jamás imaginaste. Cuanto más pronto te des cuenta de lo que realmente importa encontraras que cada vez más cosas te salen sobrando.
No es que me guste cambiar constantemente mi vida, es simplemente que no tengo opción. No hay cosa entonces que se compare con el saber que haces lo que siempre quisiste estar haciendo.
Tu verdadero yo está ahí afuera, solo hay que salir a buscarlo.
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