lunes, 13 de octubre de 2014

Puerto Vallarta - Cd. de México, 7 de Octubre del 2014

El subir al avión no fue tan confuso y un poco aterrador esta vez. Una vez que se conoce el proceso se pasa con mayor facilidad. Una vez que pasé la inspección del Aeropuerto llegué a la sala de espera. Como el primero vuelo era de Puerto Vallarta a Cd. de México la mayoría de los pasajeros eran Mexicanos y alguno que otro extranjero con vuelos de conexión en México. E vuelo sólo duró una hora. No hubo mucho tiempo de hacer demasiadas cosas mas que comer los cacahuetes y la bebida que la aerolínea ofrecían. Compartí el asiento de a lado con un señor algo regordete que durmió durante todo el trayecto. Volamos sin ningún contratiempo y aterrizamos en la Ciudad de México. Esperamos un poco a que estacionaran el avión y a que el autobús llegara por que llegamos a la central de Aeroméxico, que no forma parte del complejo del aeropuerto. Bajamos del avión y subimos al autobús. Hacía un poco de frío pero no demasiado, mi chaqueta más delgada fue más que suficiente. Pregunté por el vuelo a París al muchacho de la entrada y me dio direcciones. Tenía que ir a la siguiente terminal en el tren del aeropuerto. Compartí a cabina con Empresarios trajeados que hablaban chilango. Una vez allí me dirigí a Air France para pedir indicaciones sobre el vuelo. tenía que estar en la Puerta 25 a las 7:50 pm. Busqué antes un lugar para cambiar Dollares a Euros que no fue tan difícil. Lo complicado fue hacer los cálculos de dollar a peso y peso a Euro, que era la única manera de hacerlo. Cambié solo 100 USD. Después me dirigí a un Starbucks a robar un poco de internet. Una joven que estaba junto a mí me dejo usar su ticket de compra, a mí y a un tipo Peruano que acaba de llegar. Él se dirija a Tijuana y ella no estoy seguro, pero tenía ademanes de persona con dinero. El Peruano parecía muy emocionado y comenzó a hablar un poco con migo. Me hizo varias preguntas acerca de la Ciudad de México, la seguridad en las calles y el metro y un buen lugar para quedarse que pasaría  días ahí antes de partir. Le hablé sobre Puerto Vallarta y le di varios consejos para su estancia. El me agradeció y nos quedamos un rato en silencio cada quien ocupsdo en sus asuntos escuchando solo la plática de una pareja Española que estaba sentada junto a nosotros con ZuZ eZeZ como Zetas. Me despedí y me dirigí a por algo de comer. De todas las opciones Subway me pareció la más interesante. Comí, pasé al baño y me encaminé a esperar mi vuelo. Cruzando todas las tiendas de Duty Free estás ya más en Europa que en México, aunque el avión si quiera haya despegado. Ves gente de diferentes lugares de Europa, pero como era de esperarse más Franceses, con su cara Francesa y sus ademanes Franceses. El avión estaba algo retrasado por que estaban arreglando algo en la cabina de maletas. Los anuncios los hacían en Frances, Inglés y Español. Me imagino que es importante mantener un avión en perfectas condiciones, sobre todo cuando estará en el aire por alrededor de 11 horas seguidas. No gasolineras para detenerse. La gente comenzaba poco a poco a impacientarse por el vuelo. Daba igual: el velo saldría a la misma hora. Me senté en el piso mientras las personas que requerían ayuda especial abordaba primero. Varios ancianos en silla de rueda y madres con sus cunas ya hacían el check in. Después hablaron poco a poco a los demás asientos, ventanillas primero. Yo tenía ventana. Creo que es un desperdicio no poder mirar atraves de la ventana durante un vuelo. El ver todas esas nubes conglomeradas, como inmensas criaturas flotando en un mar de aire, los icebergs del cielo, es realmente impactante y hermoso: un mundo completamente diferente. Abordábamos poco a poco al avión, mi asiento era el 35 L, justo al lado de el ala. Acomodé mis maletas, y me senté, preparando mentalmente para el viaje. Estuvo solo por algunos minutos hasta que dos señoras se sentaron el los asientos contiguos. Eran Mexicanas. Despegamos. Después de darnos algunas instrucciones en Francés y Español, las azafatas empezaron a repartir audífonos y antifaces para dormir. En algún punto de viaje comencé a hablarle a mis vecinas de vuelo. Eran del DF e iban a un Tour por España-Portugal-Marruecos por 22 días. Ellas me preguntaron cosas sobre mi viaje mientras las azafatas repartían ahora bebidas y botana. Unos minutos después sirvieron la cena. Yo pedí pescado acompañado con vino tinto, tenía que aprovechar todo el dinero que había pagado por el viaje. Comí, revisé un poco la pantalla frente al siento y después intenté dormir. Al menos lo intenté. Nunca se me ha dado dormir mientras viajo y el espacio en el avión no es mucho. Cambié de posición al menos unas 50 veces y en algún punto perdí un poco la conciencia pero no dormí. Es curioso viajar hacia donde la tierra gira, pues mientras mas se viaja el horario va cambiando de apoco en los meridianos, entonces al llegar a Europa serían las 11 hors de viaje más las 7 horas de diferencia. Habremos viajado también al futuro. Seré 7 horas más viejo por algún tiempo. Me llamó algo la atención que la trayectoria del vuelo fuera por la costa Estadounidense hasta llegar a la altura de Inglaterra, pensé que quizá sería por cuestiones de seguridad y poder realizar aterrizajes de emergencia cerca de tierra o en tierra. Mientras el avión se acercaba yo veía nuestra ubicación en un mapa interactivo en la pantallita de enfrente. Anunciaron desde cabina que estábamos próximos a aterrizar y nos pidieron abrocharnos los cinturones. Unos minutos más y pisaría por primera vez tierras de otro continente. Aterrizamos si ningún problema y nos dirigimos a recoger los equipajes. Antes pasamos por la aduana Francesa. Me había imaginado cómo podría ser mi entrada pero estaba totalmente equivocado. El guardia solo me hizo algunas preguntas generales y fue muy amable. Yo le contestaba en inglés pero el comenzó a hablar un Español raro y a sonreír, parecía que disfrutaba de practicar otros idiomas. Creo gracias a las diversas ocasiones que pasé por USA me hice una idea errónea acerca de las aduanas. Europa me demostró que estaba equivocado. Llegué después al área de equipajes. Ahí conocí a un chico Mexicano también que venía a estudiar a Francia. Hablaba más Francés que yo así que me mantuve cerca por si necesitaba su ayuda. Esperamos un buen rato a que llegarán nuestras maletas. Estando ahí otra chica Mexicana nos pidió que le tomáramos una fotografía para mandársela a su novio con un cartel que decía: "Estoy aquí, ten mucho miedo", me pareció algo tonto pero no dije nada. Ella también hablaba Francés y solo iba de visita. Les di mi facebook a los dos y partimos. Unos guardias preguntaros si llevábamos con nosotros algo que declarar pero dijimos que no, mas bien dijeron yo solo asentí y sonreí, que es lo que hay que hacer cuando no se habla tan bien un idioma. Hice preguntas generales acerca del transporte y nos despedimos: estaba ya en Europa.

sábado, 3 de mayo de 2014

Sonar

Hay un momento en que el impulso de tus sueños te lleva tan arriba, alejado de todo prejuicio y limitación que alcanzas un instante de suspensión entre la cúspide de tus expectativas y la realidad de las cosas, donde puedes, aunque sea por unos segundos, ver lo que hay más allá del horizonte. Es cuando tienes que decidir en seguir o caer inevitablemente en picada. Usar tu experiencia y ganas de vivir como escudo contra los obstáculos que el mundo tenga para ti. Blandir esas ganas de grandeza, de comerte al mundo de un solo bocado contra quienes en su limitada percepción pretenden detenerte, escoger aquello que con el solo hecho de pensarlo hace que tu ser extrapole todo ínfimo gramo de felicidad que siempre ha estado en ti. El cambiar cualquier cosa por felicidad siempre ha sido el mejor negocio del mundo. El saber que con tan solo quererlo hoy tu vida puede ser tan diferente como jamás imaginaste. Cuanto más pronto te des cuenta de lo que realmente importa encontraras que cada vez más cosas te salen sobrando.
No es que me guste cambiar constantemente mi vida, es simplemente que no tengo opción. No hay cosa entonces que se compare con el saber que haces lo que siempre quisiste estar haciendo.
Tu verdadero yo está ahí afuera, solo hay que salir a buscarlo.

La Senora Dart

Hoy, como alguno que otro día, no puedo dormir. Es en estas ocasiones que me pongo a pensar acerca de mi vida, de lo que he hecho y hare y emergen, como pequeñas botellas lanzadas a un mar de olvido, recuerdos que quedaron, sin querer, impregnados en mi alma. Es en Toronto, muy temprano y hora de levantarse a trabajar:
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5:40 am – La alarma del celular empieza a sonar.
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No sé y nuca sabré como manejaba levantarme tan temprano (al menos para mis estándares) pero lo hacía. Me ponía la ropa con manotazos de ahogado y de algún modo reaparecía en la cocina, donde calentaba avena instantánea que comía entre el sopor del sueño y el frio que se colaba por la ventana junto al comedor. Mi cuerpo recordaba entonces que estaba vivo y debía ir a trabajar. Salía a la calle, que me recibía con una bofetada de realidad, suficiente para despertarme. Me ponía los auriculares y encendía la música de mi ipod. Me daba suficiente energía para moverme desde la casa a la esquina donde debía esperar el autobús.
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6:20 am – El autobús llega a la parada.
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Siempre me extrañó la puntualidad de los autobuses en la ciudad, no entendía cómo podían siempre (o casi siempre) estar a tiempo, producto creo de una cultura donde el llegar tarde es la norma.
Siempre en la parada estábamos yo y un chico rubio, que llagaba justo un poco después. Llevaba una chamarra y una mochila gastada. Imaginaba (por la hora y los zapatos) que trabajaba en construcción. Subíamos callados moviendo ligeramente la cabeza, como saludo y agradecimiento al conductor por estar a tiempo, de lo contrario estaríamos tarde para trabajar. El tiempo en mi trabajo era fundamental.
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7:00 am – Hora de entrada.
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Los viejos viven en un tiempo distinto a todos los demás, tanto mental como físicamente. Su hora de desayunar es la hora en que un ser un humano promedio estaría recién recuperando la conciencia. Tenía solo una hora para hacer todos los preparativos del desayuno, en una rutina coreografiada donde un solo error llevaba al desastre. Tomaba uno de los carritos plásticos para transportar comida e iniciaba mi travesía por los refrigeradores. En alguna parte de mi memoria todos los ingredientes necesarios se afilaban uno tras otro, como un andar mecánico de la rutina. Primer refrigerador: leche, crema, mantequilla, yogurts. Segundo refrigerador: jugos, fruta, pan. Prender el tostador. Me dedicaba entonces a preparar todos los desayunos que se entregarían a las habitaciones. Comer en la habitación significaba que eran incapaces de bajar al comedor por ellos mismos o estaban enfermos. Tostaba primero el pan que después recubría de mantequilla y al final preparaba los tés y cafés. Casi siempre lo mismo, si acaso por alguna variación debido a que alguien se hartaba de lo mismo o porque alguien había muerto. Era normal.
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7:50 am – Entrega a los cuartos.
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Una vez terminadas todas las bandejas de desayuno esperaba a que las enfermeras vinieran y las recogieran. Todas excepto una. No era muy diferente a las demás: huevos revueltos, pan tostado integral, café, una banana y dos contenedores de crema de maní, todo acomodado siempre de la misma manera. Esa era mi entrega especial. Salía de la cocina y lo llevaba en el elevador hasta el tercer piso. Se abría a un pasillo con alfombra que daba a un segundo comedor con servilletas perfectamente dobladas, giraba a la izquierda donde recorría otro pasillo franqueado de puertas con imágenes intermitentes de enfermeras cambiando a personas en sillas de rueda, señoras sentadas en sillones, inmóviles, como parte de la decoración y residentes caminando apoyados de sus andaderas sin rumbo, todo acompañado de gritos matutinos, olor a hospital y secreciones humanas. Doblaba una vez más a la izquierda y justo a mi derecha estaba la habitación. Siempre tenía la puerta entreabierta para dejarme pasar, o tal vez porque ya no le importaba quien entrara.
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8:00 am – La señora Dart.
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Tocaba levemente a la puerta anunciando mi llegada para escuchar después esa característica invitación a pasar.
-Good morning Mrs. Dart, how are you?, breakfast is here (Buenos dais Sra. Dart, Como esta?, el desayuno esta aqui).
- Hi, I am very good, yey! Brakefast is here! (hola, estoy muy bien, que bien! El desayuno esta aquí!).
Entraba a la habitación que olía un poco a pis y medicamentos, colocaba el desayuno en la mesita de noche, abría la ventana y me sentaba en el sillón contiguo a la cama. Procedía entonces a decirle como es que estaba todo fuera del edificio y el buen día que hacía. Ella me escuchaba, atenta, sin mover un solo dedo desde su refugio de sabanas. Procuraba siempre darle todos los detalles que pudiese y algunas veces agregaba algunas cosas de mi cosecha, para hacer las cosas más interesantes. Ella actuaba como si no le importara, pero sabía que era en esos instantes en que la Sra. Dart podía, por unos segundos, ver de nuevo.

miércoles, 2 de abril de 2014

Que me chupe un huevo.

Son las 4:40 pm de Puerto Vallarta Jalisico, Mexico. Estoy a 20 minutos de terminar mi jornada laboral y me he dado cuenta, justo hace unos segundos que ya no me gusta lo que estoy haciendo ahora en mi vida, por lo que sin más, es hora de hacer algo distinto. Ya. Hora de mandar todo alc carajo. Mucha gente se sorprendería con lo fácil que es mandar todo por un tubo y jalar la palanca para no verlo más. Es una de las sensaciones más liberdoras del mundo. Hay que darse cuenta de que hay un limite para todo, y tenemos que aprender a reconocerlo. Entonces esta será la historia de como mandé todo al carajo (de nuevo, la primera vez seria otra historia igual de larga) para hacer cosas que me gustan. Va a ser interesante el saber como terminará todo esto y pueda de paso alentarlos a hacer algo que traiga en sus vidas más felicidad.

La gente en la oficina aun cree que sigo trabajando, parece que de hecho estoy escribiendo algo de mucha importancia para la empresa, solo es cuestion de entrecerrar los ojos y poner cara de mirada trascendental  hacia el horizonte. Siempre funciona. Pero no se imaginan que esta entrada desencadenará una serie de eventos que me llevaran a la dirección opuesta de la que ellos esperarían que fuera. Empezaré entonces a recojer mis cosas del escritorio, mis sueños y esperanzas, meterlas al maletín y partir hacia  mi nuevo futuro.

Que me chupe un huevo la oficina!



Ya habia terminado el post pero aun me quedan varios minutos, escribo estas lineas con aire de urgencia e importancia, como si le escribiera a Obama para avisarle que Putin le ha declarado la guerra.

Y nada... que asi es todo. Eso de escribir en vivo da para